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CAP. I ESPEJISMO

  La chica sentía muy pesado el paso que iba dando en aquel agreste lugar, bajo un sol incandescente, y sin darse cuenta iba rezagada del g...

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Antecedentes

Han transcurrido muchos años desde la hecatombe nuclear, la cual fue originada por la torpeza de las potencias en el pulso de poder. La muerte se convirtio en un acariciado premio para millones de personas que ahora no sufriran las consecuencias del caos creado en la post guerra. La raza humana ha descendido a menos de cien mil habitantes disgregados en varios sectores de la poca masa de tierra en continentes sumergidos bajo el oceano. Mientras la estacion espacial que habia sido creada para albergar a cientificos ahora esta compuesta por tecnicos, ya que no hubo tiempo para que despegaran las naves hacia ellos,

CAP. I ESPEJISMO

 La chica sentía muy pesado el paso que iba dando en aquel agreste lugar, bajo un sol incandescente, y sin darse cuenta iba rezagada del grupo. El sudor que le corría por la cara era muy copioso, casi no miraba nada delante de ella. La garganta la llevaba muy seca, que no tenia saliva ni siquiera para lubricarla. El dolor de cabeza le había iniciado desde dos horas atrás. La quemadura de su piel ocasionada por tantos días de caminar, habían convertido en manchas oscuras en donde antes su rosada tez pintaba a una linda joven universitaria, que había perdido a su familia, y quien había sido adoptada por unos nómadas, quienes habían escuchado sobre una villa a unas millas al norte.

Sus ojos azules se habían opacado. Su camisa eran tiras nada más y su jeans se asemejaban a una prenda moderna por los diversos huecos distribuidos en diversas áreas. 

CAP. II NO ENTRAR A LAS DUCHAS

Thomas, el técnico en jefe, estaba casi atontado a pesar de haber dormido una breve siesta de una hora, la cual parecía mas bien que había transcurrido un año. Se incorporo de la capsula, percatándose que la cubierta de cristal ya estaba abierta sin que tuviera que tocar el botón respectivo para abrir y salir de la capsula. Sus pies tocaron el suelo y sintió algo húmedo debajo de el, volvió a ver y miro que una franja de un liquido oscuro iba desde el salón de las recamaras hacia el pasillo. Aun tratando de despertar, se froto la cara y siguió aquel rastro.

CAP. III UN GRITO EN LA NOCHE

Ya había oscurecido y la familia inglesa Steward se mantenía en las ruinas de un viejo castillo, el cual aun mantenía tres aposentos en perfecto estado y el resto a la intemperie. La menor de las tres hermanas se encontraba escribiendo un diario bajo la luz de una vela. Escribía cada uno de los acontecimientos que su familia y ella atravesaban durante el día. Una de las grandes riquezas que se podía poseer en ese momento era de una pluma y de papel blanco.


CAP. IV DIFICIL DECISION

El sol despuntaba a lo lejos, la familia Yakamoto era de las únicas que habían permanecido unidas luego de ocurrido aquel apocalipsis. En un poblado alejado de Tokyo, se habían refugiado en un sotano profundo. Los cinco miembros estaban asumiendo que en la superficie todo era destrucción, pero desafortunadamente en todo aquel tiempo no habían logrado escuchar en ninguna de las frecuencias que monitoreaban, alguna señal de vida. Las provisiones que conservaban para todos ellos y que se suponian debían al menos durar cinco años, estaban llegando a su fin.


CAP. V DOS FAMILIAS RIVALES



Luego de la hecatombe nuclear, lo que quedo de aquel gran continente negro llamado África, ahora se encontraba fraccionado y más del 70% de su masa sumergida debajo del agua. Dos familias rivales se reencontraron en la ribera del rió a millas de su pueblo natal y ante la muerte del jefe de familia de uno de ellos, el otro era quien tomaría las decisiones. La familia Matobi estaba compuesta por la madre y dos hijas y la familia Kimbute por el padre, la hermana de éste y dos varones. Solo un navío estaba utilizable; el resto de las embarcaciones solo eran una pila de basura. Se trataba de un bote cubierto por ramales como paredes y techo, en un ochenta por ciento, con una sola entrada.
Meika: - Mis hijas irán siempre conmigo, el que yo no tenga hombre, no implica que deberé obedecerte siempre.


CONT. CAP. I LLEGANDO A LAS VEGAS

Mientras tanto, el grupo llegó a lo que antes fue el centro de entretenimiento más grande del mundo en Nevada, y del cual ahora solo eran ruinas. Edificios que en algún momento alojaban grandes casinos y hoteles donde circulaban miles de turistas diariamente y ahora solo era un pueblo fantasma. Michael, el jefe del grupo, era un neoyorquino de veintinueve años, que había perdido a toda su familia mientras viajaba por el país como vendedor de cosméticos, sin embargo, su complexión atlética como deportista en sus buenos años de juventud le permitió ser de los pocos sobrevivientes. El resto del conjunto lo conformaban dos hermanos de Connecticut, de veinte y veinticinco; dos primas de California, de diecisiete y diecinueve; un señor de cincuenta años de Florida y una mujer de cuarenta y tres años de Nueva Orleans.