Luego de la hecatombe nuclear, lo que quedo de aquel gran continente negro llamado África, ahora se encontraba fraccionado y más del 70% de su masa sumergida debajo del agua. Dos familias rivales se reencontraron en la ribera del rió a millas de su pueblo natal y ante la muerte del jefe de familia de uno de ellos, el otro era quien tomaría las decisiones. La familia Matobi estaba compuesta por la madre y dos hijas y la familia Kimbute por el padre, la hermana de éste y dos varones. Solo un navío estaba utilizable; el resto de las embarcaciones solo eran una pila de basura. Se trataba de un bote cubierto por ramales como paredes y techo, en un ochenta por ciento, con una sola entrada.
Meika: - Mis hijas irán siempre conmigo, el que yo no tenga hombre, no implica que deberé obedecerte siempre.
Abdou: - No me importa que quieras hacer mujer, primero está mi familia así que, si quieres quedarte bien, pero si subes a este bote, deberás obedecerme en todo momento, tú decides, pero hazlo ahora.
Meika: - Espero que los de tu tribu sepan respetar. Pero no tenemos otra salida. Acepto tu condición.
Abdou: - Recuerda, ni tu ni tus crías son especiales para nosotros y, deberán de trabajar al igual que nosotros para poder sobrevivir. Ahora suban todos.
Las dos jóvenes adolescentes se sentaron al final del bote delante de Aba, el mayor, mientras que Acha, se encontraba ayudando a su padre a llevar el curso del navío. Cherima, usaba su acostumbrado atuendo sin utilizar sostén, por lo que eso le llamo la atención a Aba, y sin que ella se percatara, aquel levantaba la tela para poder observar los pezones de la chica. Dangara, la hermana de Abdou, lo miro y le solicitó que se acomodara adelante, muy cerca de ella, lo cual le disgusto.
Aba: - Recuerda tía, soy el mayor y tengo derecho a hacer lo que se me plazca cuando se trata de una mujer y más, cuando es la hija de los enemigos de nuestra familia.
Dangara: - Bien, pero al menos ayuda a tu padre y a tu hermano, y luego haz lo que quieras.
Molesto se separo de ella mientras se encamino a ayudar a su Padre y hermano que miraban al horizonte.
Aba: ¿Qué pasa?
Abdou: - El cielo se está poniendo oscuro y no hay sonido de pájaro ni nada.
Acha: - Padre mira, una neblina
Abdou: - ¿Una neblina? ¿En este lugar? Algo raro está pasando, ve adentro y dile a tu tía que vaya al fondo del bote, junto con las otras.
Acha: - Si señor
Aba: - ¿Por qué la precaución?
Abdou: - Tengo un mal presentimiento de esto. Ve adentro con los demás, ya te sigo y prepara tu machete.
Aba: - ¿El machete?
Abdou: - Si, habrá que estar preparado por lo que pueda presentarse.
En lo que iba ingresando al interior de la nave, la neblina ya los había alcanzado y comenzó agitar la embarcación de un lado a otro, primero levemente, y luego bruscamente, mientas las mujeres se abrazaban muertas del miedo.
Aba, ya regresaba con el machete en su mano derecha, cuando el bote de pronto se hizo terriblemente hacia el costado derecho, llevando a sus tripulantes hacia ese sector seguido de los gritos de las mujeres y posteriormente se movió hacia el otro lado, Acha, golpeo su cabeza con uno de los mástiles de la embarcación y se desplomo con la cabeza ensangrentada. Aba, por su parte se sostenía fuertemente para no caer y gritaba a todos que se agarraran fuertes. Por alguna razón, algo o alguien, estaba tratando de volcar el pequeño bote.
Finalmente el zarandeo se detuvo pero aun la neblina persistía. Aba miro a su hermano, Dangara, se apresuro a asistirlo, las demás mujeres estaban aparentemente bien y Aba, salió a buscar a su padre afuera, pero ya no estaba, sólo pudo observar sus sandalias que flotaban en el piso, dentro de un charco de agua y un líquido negro que escurría hacia la orilla del bote.
Aba, frenéticamente busco de un lado y al otro, y en lo que podía mirar en la superficie y no había nada, aparentemente había desaparecido. No había salido de su estupor cuando miró entre la neblina, lo que parecía ser la sombra de otra embarcación que se aproximaba hacia ellos, y se podía escuchar claramente que venían remando, por lo que empezó a gritarles para que se identificaran, pero sin respuesta alguna, aparentemente aquella sombra continuaba su camino a un eminente choque entre ambos navíos, Aba nervioso corrió adentro y les grito a todos que se agarraran porque habría una colisión. El estruendo del golpe, empujó a Aba, contra las mujeres y su filoso machete se incrusto en el costado derecho de la cara de la hermana mayor de Cherima, partiéndola en dos su cabeza. La sangre salpico a la madre y a Dangara, ante el grito de horror de Cherima, que se desmayó, al ver la mitad de la cara de su hermana sobre sus brazos. Aba, exaltado se volteó para esperar el ingreso de los tripulantes del otro bote mientras el miedo recorría todo su cuerpo, blandiendo el machete en su mano derecha y sin quitar de encima la mirada a la entrada del pequeño bote.
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