Chris, no podía mirar por donde caminaban, y no se percato que su hermano, no lo seguía. Regresó por sus pasos, para buscarlo, y miró la imagen de su hermano, sentado sobre la mitad de una columna.
Chris: - oye, no es hora de descansar.
Al aproximarse, pudo constatar que realmente se trataba de una estatua, y sin darse cuenta, una mano le toco el hombro derecho.
Chris: - Dios mío, Peter, casi me matas de un susto.
Peter: - Vamos, por aquí, encontré un lugar.
Sin perder tiempo, Peter, se adelantó a paso apresurado.
Sin embargo, Peter, continuaba ganando distancia entre los dos, hasta que llego a un gran Arco de piedra, y ahí bajo por unas escaleras, hasta un túnel oscuro y luego dejo de verse.
Chris: - ¿Peter?
No se lograba escuchar nada. Chris, miró hacia atrás, y luego al Arcos, el cual tenía dibujos y diseños, y pensó en su hermano, así que sin pensarlo dos veces, ingresó. Mientras tanto, en otro sector de la ciudad, Peter, se encontraba perdido entre la niebla.
Peter: - chris ¿dónde te has metido?
De pronto, se encontró con Terry, debajo de un techo al estilo romano. Ella, estaba resplandeciente, con una túnica romana, de velos transparentes.
Peter: - ¿Terry?
Terry: - Veo que te encuentras solo.
Peter: - De un momento a otro, perdí a Chris.
Terry: - Por un lado, creo que es una ventaja para nosotros
Peter: - ¿Qué quieres decir con nosotros?
Sin mayor comentario, Terry, se despojó de aquellos velos, ante la mirada atónita del joven. Y a paso lento, se le aproximo y lo beso. Él, la abrazó, mientras ella continuaba besándolo. Al llegar a la nuca, los ojos de Terry, se tornaron completamente oscuros, y grandes colmillos salieron de pronto, y se clavaron en la yugular del chico, quién al sentir el intenso dolor que le provocaba, intentó alejarla de él, pero unas garras le atravesaron la espalda, llegando hasta sus pulmones. Finalmente, él se desvaneció, y Terry, lanzó un grito hacia el cielo de regocijo.
Chris, se golpeaba con las paredes de aquel frío y oscuro túnel, sin lograr llegar a ningún lado. Su desesperación se hizo patente al no poder encontrar a Peter, en el transcurso de la travesía. De pronto, escuchó que alguien venía detrás de él. Pero a medida que se detenía, aquellos pasos hacían lo mismo.
Chris: - ¿Michael? ¿Terry?
Las alocadas risas, fueron las respuestas. Chris, no quiso esperar más y comenzó a correr. Ya no se trataban de unos pasos, sino de un tropel de personas detrás de él. Su corazón latía aceleradamente, cuando de pronto, se encontró de frente con una pared, que no podía mirar, y cayó al suelo. Una voz grave lo saludó por su nombre, y luego lo sujetaron del cabello largo, que le había crecido con el paso del tiempo, y lo arrastraron por todo el suelo, ante el intenso dolor que le provocaba, mientras se raspaba su carne con las piedras y sus gritos eran desgarradores.
Afuera, Michael, había extraviado a Terry. Ignoraba su paradero. Pero en su mente, la supervivencia estaba presente, así que debía continuar la búsqueda por alimentos. Liza, en cambio, había estado soportando largas horas sin poder desaguar la vejiga, por el miedo que sentía a la oscuridad y al lugar. Así, que poco a poco, dejo escapar pequeñas cantidades de orina, que mojaban su ropa interior y caían por sus piernas. El aroma, llegaba al olfato de Virginia, quien disimulo la situación, comprendiendo lo que ocurría.
Coronel: - Ya se han tardado demasiado
Virginia: - ¿Qué haremos ahora?
Liz: - Tengo mucho miedo, señora
Coronel: - Si no vienen en unos cinco minutos, nos iremos, así que….
De pronto, los ojos del Coronel, quedaron horrorizados, mirando fijamente a las dos mujeres, cuando un hilo de sangre comenzó a salir de la comisura de sus labios. Las dos mujeres, gritaron mientras Virginia, abrazaba a Liz. El Coronel, cayó al suelo de rodillas con los brazos abiertos, y luego se desplomo delante de ellas dos. Las mujeres, lograron observar un par de ojos amarillos, que brillaban y resplandecían, al momento que se desvanecía en la bruma. Rápidamente, Virginia, corrió hacia el cuerpo del viejo Coronel, que yacía sobre el suelo.
Virginia: -¿Coronel? Por favor, coronel, dígame algo. Liz, ayúdame.
La mujer, volvió a mirar a la joven, para que le ayudara, cuando sus ojos se llenaron de terror, al mirar a Terry, con su rostro deformado, detrás de Liz.
Virginia: - Cuidado Liz – gritó aterrorizada
No hubo tiempo de reacción, Terry, le clavó sus colmillos en el cuello de su hermana, al tiempo que le fracturo la vertebra. Sin consideración alguna, le clavó las garras en la espalda, y desde la altura de la parte baja, le extrajo completamente la medula espinal. Virginia, se levantó, a como pudo y corrió sin sentido, mientras escuchaba aquella sonrisa diabólica, detrás de sí. Sintió que algo revoloteaba detrás de ella, y se refugió en aquellas estructuras que anteriormente le había llamado la atención, y ahí fue que se dio cuenta, del enorme Arco, que enarbolaba la entrada al túnel.
Michael, llegó al punto de encuentro con algunos víveres que había encontrado, y se dio cuenta que ya no había nadie. Al momento, llegó Peter.
Michael: -¿Qué se hicieron todos?
Peter: - Están ahora en un mejor lugar
Michael: - ¿De qué hablas?
Peter: - No soy quien tú crees, simplemente, vengo a advertirte, que te encuentras en nuestra zona, y tienes poco tiempo, si quieres salvar tu vida, y avisarle a otros que no vuelvan por aquí.
De pronto, muchas risas rodearon el lugar en que se encontraban. Michael, miró a todos lados.
Peter: - Comienza a correr.
Michael: - Espera, ¿De qué se trata todo?
Peter, comenzó a cambiar de aspecto. Salieron alas en su espalda, sus manos se convirtieron en garras, y su rostro desapareció completamente, quedando únicamente un par de ojos color amarillo, y el resto del cuerpo se tornó gris. Y sin mayor contemplación, salió disparado volando hacia arriba, a una increíble velocidad que no le dio tiempo a Michael, reaccionar del todo. Las risas se intensificaron, y de un pronto se detuvieron. A lo lejos, se oyeron las voces de Terry, Liz, el Coronel, Peter, Virginia y Chris, llamándolo a voces. Recordando la advertencia, Michael, echo a correr sin detenerse, hasta que atravesó la línea de la espesa bruma, sin mirar hacia atrás.
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