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CONT. CAP. I LLEGANDO A LAS VEGAS

Mientras tanto, el grupo llegó a lo que antes fue el centro de entretenimiento más grande del mundo en Nevada, y del cual ahora solo eran ruinas. Edificios que en algún momento alojaban grandes casinos y hoteles donde circulaban miles de turistas diariamente y ahora solo era un pueblo fantasma. Michael, el jefe del grupo, era un neoyorquino de veintinueve años, que había perdido a toda su familia mientras viajaba por el país como vendedor de cosméticos, sin embargo, su complexión atlética como deportista en sus buenos años de juventud le permitió ser de los pocos sobrevivientes. El resto del conjunto lo conformaban dos hermanos de Connecticut, de veinte y veinticinco; dos primas de California, de diecisiete y diecinueve; un señor de cincuenta años de Florida y una mujer de cuarenta y tres años de Nueva Orleans.


Peter: - Michael, algo le paso a Peggy, logre oír a los lejos sus gritos, no es posible que la hayamos dejado sola, tu vistes que ella nos necesitaba.

Michael: - Todos ustedes sabían la regla, nadie podía quedarse rezagado, y ella era una de las que pasaba quejándose por todo, así que no voy a sacrificar al grupo por una vanidosa y caprichosa muchachita que solo pensaba en ella, así que lo siento por ella, y si no les parece, nadie los está teniendo atados, vayan y búsquenla, pero yo proseguiré.

Dejo de mirar a Peter, y siguió caminando.

Terry: - Oye Peter, creo que él tiene la razón, Peggy siempre fue un lastre, desde el principio ella quiso que regresáramos y tu bien sabes que allá no hay vida, todos están muertos.

Lisa: - Prima, creo que ya es suficiente, Peter sabe que Michael tiene la razón, así que mejor continuemos que el ya se aleja.

El resto del grupo siguió a Michael hasta la entrada de una edificación que tenia la forma de una pirámide y ahí se detuvieron a descansar. Peter miro con tristeza hacia atrás y alcanzo al resto. Virginia, se sentó sobre una piedra y mientras buscaba aliento para aumentar el nivel de oxigeno de su cuerpo y estabilizar su presión arterial, ella por alguna razón detuvo el respirar y miro hacia delante, a un punto fijo de unas ruinas que se encontraba a oscuras. El ex coronel retirado Sigmund Arthur James, observo lo que estaba ocurriendo y por un acto reflejo dirigió su vista hacia aquel punto que miraba su compañera de viaje.


Coronel: - ¿Virginia?

La mujer estaba completamente hipnotizada, como si algo desde ese conjunto de piedra la estuviera llamando. Las primas, volvieron a mirar a la mujer por la insistencia del coronel que la observaba. Liza, se levantó y le tomó la mano, lo cual la saco de esa especie de trance en la que se encontraba.

Virginia: - ¿Qué fue?

Coronel: - Mujer, estabas como hipnotizada, te estaba llamando y no me ponías atención.

Liza: - ¿Pasa algo doña Virginia?

Virginia: - No, nada niña, solo es el cansancio, eso es todo, además tome un momento para meditar en algunas cosas, así que tranquilas, no es nada.

Terry: - Bien, creo que todos estamos cansados también

El coronel se levantó y se dirigió hacia Virginia, y se sentó al lado de ella.

Coronel:- Pueda que haya engañado a las chicas, pero no a este viejo de mil batallas. ¿Qué pasa?

Virginia: -Es este lugar, estas ruinas

El coronel miraba hacia todos lados en cada palabra que aquella mujer decía.

Virginia: - Siento la maldad en este lugar

Coronel:-¿La maldad?

Virginia: - Debemos de irnos de aquí Coronel, corremos peligro.

Coronel:- ¿Estás segura?

Virginia: - Es la casa de la bestia, la misma que mato a Peggy

Coronel: ¿Crees que Peggy está muerta?

Virginia: - Debes decirle a Michael que salgamos de aquí lo antes posible

Virginia, agarraba del brazo al viejo Coronel, mientras su cuerpo se estremecía levemente. Lo que sabía el Coronel, del talento extrasensorial de la mujer que vivía de las adivinanzas y lectura de las cartas antes del holocausto, era obvio que entonces no podía a la ligera dejar pasar las advertencias que ella le estaba señalando.

Michael: - Aquí pasaremos la noche

Coronel:- Michael, creo que sería mejor si buscáramos otro lugar

Peter: - ¿otro?

Chris:- ¿Qué pasa hermano?

Coronel: - Si, aquí solo hay ruinas y no sabemos si esta despoblado o tal vez hayan animales salvajes escondidos por ahí o peor aún, “traficantes”.

Terry: - Me está dando miedo Coronel

Michael: - Pueda que tenga razón Coronel, sería bueno buscar un lugar en lo alto

Virginia: - Si, eso sería bueno pero lejos de estas ruinas

Liza: - Aquí solo hay viejos edificios, tendríamos que caminar mas allá de los límites de la ciudad y no sé, si encontraríamos alguna colina ¿Alguien conoce aquí?

Michael:- Estuve un par de veces, y hay un lugar a campo abierto a tres millas de aquí pero nos llevaría mucho tiempo y todos estamos cansado, lo mejor sería aguardar una media hora

El coronel miro a la adivina, y ella no supo que decir, porque no quería que la tomaran como una mujer desquiciada.

Coronel: - Bueno creo que un poco de tiempo no hará ninguna diferencia

Michael: - Bien, mientras, formaremos grupos para que busquemos comida, agua o algo que nos ayude a resistir nuestro viaje.

Peter: - Creo que es una buena idea

Liza: - Yo tengo miedo

Coronel: - Creo que las mujeres pueden quedarse aquí y vayamos los hombres

Terry:- Yo no tengo miedo, yo iré con ustedes

Peter: - No es necesario

Terry: - ¿Por qué? ¿Por qué soy mujer?

Peter: - No, no quise decir eso

Terry: - Bien entonces comencemos a buscar

Michael sonrió ante el comentario de la joven mientras Peter un poco apenado se limito a acompañar a su hermano en la búsqueda. Por su parte Michael y Terry hicieron lo propio en el lado contrario.

Virginia:- Coronel por favor quédese con nosotras dos, no vaya.

Coronel:-Ok, las acompañare

De pronto muy cerca de ellos se oyeron carcajadas.

Liza, intranquila les pregunto: -¿Oyeron ustedes esa risa?

Virginia, miro con suspicacia al viejo Coronel mientras la chica se arrinconaba a ella con mucho temor, cuando la oscuridad finalmente llego al lugar y con ella una leve bruma que envolvía toda la zona.

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